"ORAR" (Ed. Planeta)  

La Santidad consiste en aceptar con una sonrisa lo que Jesús nos envía. Consiste en aceptar y seguir la voluntad de Dios.

Deberíamos salir al encuentro de las personas (...) de los materialmente pobres, así como de los espiritualmente pobres.

Lo que hay en nuestros corazones es lo que califica nuestras vidas.

Permitir que Cristo viva su vida en nosotros.

Quiero exprimir mi corazón y vaciarlo de toda cosa creada; quiero vivir en pobreza y desapego.

Los filamentos de las bombillas son inútiles si no pasa la corriente.
Vosotros, yo, somos los filamentos, la corriente es Dios. Tenemos que permitir a la corriente pasar a través de nosotros y de utilizarnos para producir la luz del mundo.

Dales hoy por nuestras manos, el pan de cada día. Y por nuestro Amor, dales paz y alegría. Amen.

Orar es ponerse en manos de Dios, a su disposición, y escuchar su voz en lo profundo de nuestros corazones.

Jesús: aduéñate de tal manera de mi, que mi vida sea irradiación de la tuya. Que cada alma con la que entre en contacto, pueda sentir su presencia en mi. Que no me vean a mi, sino a ti en mi. Permanece en mi, de tal manera que brille con tu luz, y que mi luz pueda iluminar a los demás.
Que no te pregone con palabras, sino con el ejemplo de mis actos, con el destello visible del Amor que de ti viene a mi corazón.

Tengamos fe en Dios, Él lo sabe todo y Él proveerá...Esperemos en Él.

Lo esencial no es lo que nosotros decimos, sino lo que Dios nos dice a nosotros y por nuestro medio.

No os canséis de dar, pero no deis las sobras. Dad hasta sentirlo, hasta que os duela.

Lo que Dios os da es no es para que lo ocultéis, es para que lo compartáis. Pidamos a Dios, cuando tengamos ganas de pedirle algo, que nos ayude a ser generosos.

Si nos preocupamos mucho de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás.

Hoy día está de moda hablar de los pobres. Por desgracia, no lo está hablarles a ellos.

Andamos tan acelerados, que ni siquiera tenemos tiempo de mirarnos unos a otros y sonreírnos.

Nuestra comida, nuestras ropas, deben se las de los pobres, los pobres son el mismo Cristo.

Sentirse felices con Dios en este mundo supone algunas cosas como: amar como Él ama, ayudar como Él ayuda; dar como Él da; salvar como Él salva; permanecer en su presencia las 24 horas del día; experimentar su contacto en los pobres y en las personas que sufren.

La pobreza no ha sido creada por Dios, somos nosotros quienes hemos creado la pobreza.

Los pobres, en cualquier parte del mundo donde se encuentren, son Cristo que sufre. En ellos vive y muere el Hijo de Dios. A través de ellos Dios deja ver su rostro.

Si los pobres no nos aceptasen, no seríamos nada. Deberíamos estarles inmensamente agradecidos, porque nos brindan la posibilidad de amar y de servir en ellos a Jesús.

No es tarea nuestra indagar cómo nuestros asistidos han podido contraer una enfermedad. Ante nuestros ojos todos son iguales: todos son Hijos de Dios.

Haz que los enfermos y los que sufren encuentren en mi a un verdadero ángel que conforta y consuela.

Danos de nuevo tu Espíritu, oh Señor, para que nos volvamos un solo corazón y una sola alma en tu nombre. Amén.

Dios no ha creado la pobreza, la hemos creado nosotros con nuestro egoísmo.

Es muy hermosa una costumbre bengalí según la cual, antes de ponerse a comer se toma un cazo de arroz para dárselo a los pobres.

Cuando una joven señora de la Alta Sociedad opta por ponerse al servicio de los pobres, se produce una auténtica revolución, la mayor de todas, la más difícil: La Revolución del Amor.

Los pobres no tienen necesidad de nuestras actitudes paternalistas ni de nuestra compasión. Sólo necesitan nuestro Amor y de nuestra ternura.

Lo que más necesitan los pobres no es compasión, sino Amor. Necesitan ver respetada su dignidad humana.

Viendo el ejemplo de Cristo, que murió por nosotros en la Cruz, tenemos la posibilidad de confirmar definitivamente el hecho de que el sufrimiento puede transformarse en un gran Amor y en una generosidad extraordinaria.

Lo que importa de verdad es lo que Dios dice a las almas por nuestro medio.

Las buenas obras son aros que forman una cadena de Amor.

No tengáis miedo de amar hasta que os cueste sacrificio, hasta que os duela. El Amor de Jesús por nosotros le llevó hasta la muerte.

Dios no pretende de mi que tenga éxito. Sólo exige que sea fiel. Lo importante para Él es la fidelidad.

Habéis visto durante la Misa con qué delicadeza el Sacerdote tocaba el cuerpo de Cristo. No olvidéis que ese mismo Cristo es el que vosotros tocáis en los pobres.

Tal como Cristo demostró con su muerte, el Amor es el mayor de los regalos.

Dios nos ha creado para que realicemos pequeñas cosas con gran Amor.

Dios, en el juicio nos preguntará sólo si hemos hecho lo que hemos podido por su Amor.

Es más lo que nos dan los pobres que lo que pueden recibir de nosotros.

Para tener paz en nuestros corazones, nos conviene hablar más con Él y menos con los hombres

La amistad de Jesús es fiel y personal, y nos permite intimar con Él en la ternura y en el Amor.

Respetar la religión de los demás es una cuestión de paz.

El trabajo sin Amor es esclavitud.

En el mundo actual se abusa mucho de la palabra Amor, empleándola para referirse a un sentimiento egoísta, a un Amor que es un fin en sí mismo.

Señor, ayúdame a difundir tu luz donde quiera que vaya. Resplandece a través de mi tal manera que cada alma con la que entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi alma.

Hoy todo el mundo da la impresión de andar acelerado. Nadie parece tener tiempo para los demás: los hijos para sus padres, los padres para los hijos, los esposos el uno para el otro.

Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto, para que la felicidad llene el corazón del que amamos.

Empieza diciéndole una palabra amable a tu hijo, a tu marido, a tu mujer. Empieza ayudando a alguien que lo necesite en tu comunidad, en tu puesto de trabajo o en tu escuela.

La mujer ha sido creada para Amar y ser Amada.

La palabra Amor es tan mal entendida como mal empleada. Una persona puede decir a otra que la quiere, pero intentando sacar de ella todo lo que pueda, incluso cosas que no debería. En tales casos, no se trata en absoluto de verdadero Amor. El Amor verdadero puede llegar a hacer sufrir.
Quien contrae matrimonio tiene que renunciar a todo lo que se opone al Amor a la otra parte. Por ejemplo, es doloroso tener que dejar a alguien que se quiere. Lo mismo sucede con nosotras en la vida religiosa: para pertenecer por completo a Dios tenemos que renunciar a todo: sólo así podemos Amarlo verdaderamente.

No debemos desperdiciar ninguna de las oportunidades que se nos brindan de hacer el bien. Pueden parecernos cosas insignificantes, pero nada lo es para Dios.

Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera para consigo misma, nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón.

Fidelidad, puntualidad, pequeñas palabras llenas de bondad, algún pequeño pensamiento para los demás, ciertos pequeños gestos hechos de silencio, de miradas, de pensamientos, de palabras, de obras.
Justo esas cosas son las “gotas de Amor” que hacen que nuestra vida transcurra con tanto resplandor.

Amar debe ser tan natural como vivir y respirar.

El verdadero humilde es el que evita enjuiciar a los demás, cultiva de continuos pensamientos afables a su respecto, se congratula del bien que hacen, sabe disculpar sus yerros, se encuentra a gusto y alegre entre los pobres, con los enfermos y los moribundos. Se mantiene sereno a la hora de la humillación y respeta a quienes están a su lado.

A María, Dios no le habló directamente, sino por medio de un ángel. Él habla por medio de los otros, que son instrumentos de sus manos.

Vocación significa preferir la vida interior a la exterior, elegir una perfección austera y continua en lugar de una mediocre, cómoda e intermitente. No lo digo yo, lo dice el Santo Padre.

Muchas veces tendría la respuesta a flor de labios, pero renuncio a darla. Aguardo, y doy gracias a Dios de que me brinde tal oportunidad.

No se aprende a ser humilde leyendo una gran cantidad de libros, se aprende aceptando las humillaciones.

A la hora de la muerte, seremos juzgados por e Amor que hemos puesto en nuestras obras y gestos.

La paz empieza con una sonrisa.

Sonríanse los unos a los otros, les recomendé. Tengo la sensación de que andamos todos tan apresurados que ni siquiera tenemos tiempo para sonreírnos mutuamente.

Lo que sorprende a los demás, no es tanto lo que hacemos, como comprobar que nos sentimos felices de hacerlo y sonreímos haciéndolo.

Todo el que está pendiente de su dinero, vive con su preocupación y no deja de ser una pobre persona.

Cuando no necesitamos algo, no lo aceptamos. Cuando lo necesitamos, estamos convencidas de que Dios proveerá. Y provee siempre.

Cuanto menos poseemos, mas podemos dar. Esa es la lógica del Amor.

No debemos preocuparnos por el dinero, porque Dios está ahí para ayudarnos.

El dolor, si lo aceptamos con fe, se nos brinda como la oportunidad de compartir la Pasión de Jesús y de demostrarle nuestro Amor.

Pobreza de espíritu, de soledad, de falta de Amor. No hay enfermedad mayor en el mundo de hoy que esa suerte de pobreza.

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que tenga necesidad de alimento...Cuando necesite que se ocupen de mi, mándame alguien de quien tenga que ocuparme...

La Eucaristía sacia nuestra hambre, Cristo nos invita “Venid a mi”, Cristo tiene hambre de almas.

No busquéis a Dios fuera de lugar, no está allí, sino en vosotros. Mantened siempre encendida vuestra lámpara y lo veréis siempre.

Todo ser humano tiene nostalgia de Dios. Pero los cristianos disfrutan del tesoro de tenerlo entre ellos.

Nuestro abandono total en Dios significa estar a total disposición del Padre, como lo estuvieran Jesús y María.

Además del silencio de la lengua existe también el silencio de los ojos, que nos permite ver a Dios.

Cuando hablamos sin caridad, en presencia o en ausencia de las personas, cuando murmuramos sobre las faltas de los demás, imaginemos que Cristo nos dice a nosotros:-sólo si estás libre de pecado puedes arrojar la primera piedra-.

Yo soy un lápiz en manos de Dios, un trozo de lápiz con el cual Él escribe lo que quiere.

El trabajo no es más que un medio. Nuestro objetivo es apagar la sed de almas que sufre Jesús.