"EL SENTIDO DE LA VIDA ”(Ed. Lumen)
 
No se puede servir a dos señores: refiriéndose a Dios y al dinero. La pobreza, el desprendimiento de todo lo que nos ata y nos aleja de Dios, sea o no material nos deja “vacíos”, para que Dios pueda entrar plenamente en nuestro corazón. Las cosas deben de ser siempre un medio, nunca un fin en si mismas.

E:-¿Qué siente que le pide el Señor en cada momento para llevar adelante con éxito la Obra?

Madre Teresa:- Lo único que Jesús me pide en todo momento, es que yo me entregue absolutamente a Él, que confíe en Él plenamente, renunciando a mis deseos para cumplir con el camino que me va trazando. No es necesario que yo vea claro si voy progresando o no en el camino de la santidad. Lo importante es ir caminando en el Señor.

La santidad es hacer siempre, con alegría, la voluntad de Dios. Para eso es necesaria la fidelidad a sus deseos. Un santo es una alma resuelta, que hace uso de su fortaleza para actuar.

E:-¿Cómo se comienza el camino a la santidad?
M.T.:- Dejándonos vaciar y transformar por el mismo Jesús, para que Él llene nuestro corazón y podamos luego dar de nuestra abundancia.

Seamos fieles a las cosas pequeñas, porque ahí estará nuestra fortaleza. La fidelidad, la puntualidad, las palabras bondadosas, las Sonrisas y nuestra actitud amorosa hacia los demás.

No es importante lo que uno hace, sino cómo lo hace, cuánto Amor, sinceridad y fe ponemos en lo que realizamos.
Cada trabajo es importante, y lo que yo hago, no lo que puedes hacer tu, de la misma manera que yo no puedo hacer lo que tu haces. Pero cada uno e nosotros hace lo que Dios le encomendó. Es necesario que no perdamos nuestro tiempo mirando y deseando hacer lo que hacen los demás.

Nuestra obra se fundamenta en la Fe en estas palabras de Jesús:-“Tuve hambre, estuve desnudo, enfermo, sin hogar, y tu hiciste esto por mi”-.

Convertirse en aceptar a Dios plenamente en nuestras vidas. Por eso es importante que nuestra conversión sea permanente, que estemos siempre convirtiéndonos, para no alejarnos de Dios. Si así lo hacemos, seremos mejores musulmanes, o hindúes, o católicos, no importa qué pero seremos mejores.

La aceptación de Dios, el Dios en quien cada uno cree, debe ser libre y personal. Si Él mismo nos dio esa libertad ¿Con qué autoridad podemos querer nosotros imponer una creencia?.

María: su grandeza residía en su humildad. Por eso Jesús tiene tanto interés en que aprendamos de ella esa única cosa: La humildad de corazón.
Pidámosle a la Virgen que transforme nuestros corazones y los vuelva sumisos y humildes como el de su Hijo. En ella es donde se formó el corazón de Jesús.

E.: - ¿Qué debemos hacer para ejercitarnos en la humildad?-.
M.T.:- No centrar la atención sobre uno mismo. Esto implica hablar poco de sí y no buscar la admiración de los demás. Ceder a la voluntad de los otros. Aceptar ser desatendidos o menospreciados.
No dar importancia a los errores que cometen los demás. Ser gentiles y dulces, aún cuando no seamos bien tratados. Aceptar los reproches con cariño y no reprochar jamás.

Nosotras somos contemplativas, no activas. Nuestra principal ocupación es la oración. Sin ella, nuestra vida carecería de sentido. La oración ensancha el corazón, hasta hacerlo capaz de contener el don de Dios.

La oración significa para mi, la posibilidad de unirme a Cristo las 24 horas del día, para vivir con Él, en Él y para Él.
Si oramos, creeremos, si creemos, amaremos, si amamos, serviremos.

Nuestra vocación es pertenecer a Jesús y amarlo como Él se merece. Y por eso, servimos a los más pobres, porque queremos amar a Jesús.
Cada uno debe realizar lo mismo en el lugar al que ha sido asignado. Unos trabajan, otros estudian. Lo que importa es que lo que hagamos, sea con esa convicción y ese Amor absoluto a Jesús.

Ayúdanos a ver en las penas y los conflictos de cada día oportunidades para crecer como personas y asemejarnos más a ti. Danos fuerza para vivir en medio de ellos, con paciencia, pero con coraje; firmemente confiados en tu ayuda; porque sólo muriendo contigo resucitaremos contigo.

Dios cuida de nosotras porque ésta es su obra. Nosotros podemos hacerlo porque vivimos en oración. Igual que María, estamos llamadas a traer a Jesús al mundo, y por eso Dios, cuida de nosotras.

Cada hombre merece un mínimo de “tener” que le asegure poder “ser”, dignamente.